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A modo de conclusión
La re/visión que se ha propuesto en el presente escrito recoge el sentido que le da Adrienne Rich al término: revisar es volver a mirar desde un posicionamiento crítico en un presente, desde el que se tiene una perspectiva (temporal) de cómo ha sido la suerte del fenómeno que pretende analizarse. En la actualidad el testimonio sigue estudiándose con interés en la academia por los Estudios del Testimonio, los Estudios de la Memoria, los Estudios Internacionales del Trauma, los Estudios del Genocidio y otras tantas ramas interesadas en desentrañar el cruce que existe entre la escritura generada a raíz de acontecimientos como la revolución o el terrorismo de Estado y la historia, personal y colectiva, que se deriva de ellos. Así, el fenómeno del testimonio se presta a numerosos estudios realizados desde distintas disciplinas, como por ejemplo de las aporías en torno a la noción de subjetividad y de verdad, abordado en el terreno filosófico (J. Scott, F. Birulés), el lugar del testigo en la historia cultural (G. Agamben, J. Peris, etc.), el estatuto del recuerdo y el lugar de la memoria en la historiografía, hecho desde la hermenéutica (P. Ricoeur), etcétera.
En este caso, he scd1 querido limitarme a revisar la gran labor que hizo la crítica literaria latinoamericana y, sobre todo, la latinoamericanista, al procurar:
Como puede deducirse de lo que se ha dicho hasta aquí, la labor que realizó la crítica literaria fue crucial para darle un espacio al testimonio entre los géneros literarios, asegurando así un legado necesario para nuestro presente.
Por otra parte, al incluir una compleja combinatoria entre las posibilidades de paso de umbral entre texto y paratexto, hipotexto e hipertexto, Borges logró modificar la relación jerárquica y el sistema de relaciones entre centro y periferia del discurso que solía guiar nuestras lecturas, y al hacer de prácticas consideradas secundarias o ancilares respecto de la propia creación, como el comentario, la nota, la glosa, la cita, la traducción o la adaptación transgresora, elementos de peso, Borges desplazó el eje convencional y las jerarquías de la lectura, y transformó el equilibrio de fuerzas propio del campo literario.
Al poner en relación el texto literario propiamente dicho con un tan rico como efervescente contexto propio del mundo editorial, Borges logró recrear el espacio literario que rodea al libro. En efecto, la obra de Borges se desarrolla por los mismos años en que la industria editorial argentina ingresa en su etapa dorada y se multiplican librerías y bibliotecas, así como se da una admirable expansión en el número de actividades y formas de sociabilidad ligadas al ámbito de las letras, y muy particularmente la producción de libros, revistas y suplementos literarios. Se asistía al crecimiento del número, la calidad y la cobertura de casas editoriales, librerías, revistas, asociaciones, espacios para cursos y conferencias, cafés literarios, con la correspondiente multiplicación de actores: una constelación de editores, asesores, prologuistas, correctores, traductores, rese- ñistas, autores de antologías, etc., giraba en torno del libro, y no hizo sino reforzar la expansión de las prácticas de escritura y lectura. Sin ir más lejos, el mundo de Borges es el mundo de revistas como Sur, editoriales como Sudamericana, Emecé o Colombo, agrupaciones como la Sociedad Argentina de Escritores, prácticas de sociabilidad como sus diarias visitas a birth rate la casa de los Bioy, las reuniones, ciclos de conferencias y presentaciones de libros en que participó, los cafés que frecuentó.
Es que a lo largo del siglo xx, se presencia en varios puntos de América Latina y del mundo entero un fenómeno que llamaré “de alta lectura”, conforme la expansión de la práctica lectora, de los niveles de escolaridad, de la matrícula universitaria, de la industria editorial, la circulación y la traducción de libros, dan acceso a la lectura a cada vez más amplios sectores de la población en distintas partes del globo. El sector editorial comienza también a consolidarse, ayudado tanto por esa atmósfera de gran interés por la lectura como por avances materiales importantes (mejoras en la producción del libro, abaratamiento del papel, expansión de nuevas técnicas, etc.) y de allí esa expansión de prácticas de sociabilidad que se organizan en torno al mundo de las letras.